segunda-feira, 12 de julho de 2010

terça-feira, 6 de julho de 2010

DOCTRINA DE LA SALVACIÓN

Para intimar y creer en la Doctrina de la Salvación, es necesario intimar y conocer la creación del hombre, su perfecta relación moral-espiritual con su creador; posteriormente se ubicará desde y partir del texto bíblico las consecuencias del primer pecado en la primera pareja humana y sus efectos posteriores en el resto de la humanidad.

1. La Creación del Hombre

1.1 Es la obra directa de Dios

"Y creó Dios al hombre..." el termino hombre en Hebreo significa Adam: "Todo genero humano" (Gn.1:27a), pero también este es un nombre propio: Adán.

El hombre: "... fue formado del polvo de la tierra (Adama = suelo o tierra cultivable), y soplo en su nariz aliento de vida, y fue el hombre (Adam) un ser viviente" (Gn.2:7)

El hombre esta constituido por dos partes, una inmaterial y la otra material. La unión de ambas partes forma al ser humano y todo intento de reducir o exaltar una de las dos nos haría salir del marco bíblico.

1.2 Como creación divina el hombre destaca inicialmente por dos cosas:

Primero es creado a la imagen de Dios:

"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza[1]; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra" (Gn.1:26)

"...ha imagen de Dios lo creo..." (Gn.1:27b) esta creación especial enfatiza que el hombre ha sido creado con características especiales que le permiten entrar en una relación personal con su hacedor.

En segundo lugar, él es el mayordomo de la creación divina:

"Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra" (Gn.1:28)

1.3 Dios ha creado al hombre como un ser sexuado:

"...varón y hembra los creó" (Gn.1:27c;Mt.19:4;Mr.10:6) Dios hizo tanto al hombre como a la mujer a su imagen. Ninguno de los dos fue hecho más a la imagen de Dios que el otro. Desde el principio vemos que la Biblia coloca tanto a uno como al otro en el pináculo de la creación de Dios. Ninguno de los sexos es exaltado ni despreciado. Otra formulación al respecto es una aberración que Dios castiga con juicio divino:









2. La relación del hombre Físico-espiritual con su Creador

2.1 Es perfecta:

Dios le Habla:

"...le dio esta orden: "Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín, 17menos del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque si lo comes, ciertamente morirás." (DHH-Gn.2:16_17)

El hombre oye y habla con Dios:

"...Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí

2.2 La condición de esta relación perfecta.

La obediencia:

" Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás" (Gn.16-17)

El comportamiento y los hábitos del hombre no son indiferentes para Dios. El hombre es capaz de decidir por si mismo lo que va hacer, de este modo comprendemos mejor la naturaleza del hombre. El mismo tiene voluntad propia y puede ejercerla incluso en contra de la voluntad de su creador.

3. La caída del hombre

3.1 El hombre es tentado por la serpiente, conocida también como el gran Dragón, serpiente antigua, diablo Satanás, engañador (Ap.12:9)

3.2 El hombre cede a la tentación (Gn.3:6-7) y las consecuencias inmediatas es doble:

Primero, el conocimiento de la culpa y la inmediata separación de Dios ("se escondieron"), con quien había habido hasta ese momento un compañerismo diario interrumpido.

Segundo, la sentencia de la maldición, que decreta labores, tribulaciones, y muerte para el hombre mismo, arrastrando consigo inevitablemente todo el orden creado, del cual el hombre es la corona.

Toda aquella relación perfecta de ahora en adelante ya no seria la misma, los efectos son fatales para el mismo hombre.

4. Consecuencias del pecado

a. Consecuencias para la raza humana

El desenvolvimiento de la historia del hombre proporciona un catálogo de vicios (Gn. 4.8, 19, 23s; 6.2–3, 5). Y a razon de ella es la virtual destrucción de la humanidad (Gn. 6.7, 13; 7.21–24). La caída tuvo efectos duraderos, no sólo en Adán y Eva, sino también sobre todos los que de ellos descienden.

b. Consecuencias para la creación

"Maldita será la tierra por tu causa" (Gn. 3.17; cf. Ro. 8.20). El hombre es corona de la creación, hecho a imagen de Dios, y, en consecuencia, es administrador de Dios (Gn. 1.26). El pecado es un hecho que afecto al espíritu humano, pero que ha repercutido en toda la creación.

c. La aparición de la muerte

La muerte es el efecto de la desobediencia (Gn. 2.17), y es expresión directa de la maldición de Dios sobre el hombre pecador (Gn. 3.19). la muerte es la separación de lo inmaterial del hombre con el cuerpo (Mt.22:32). Esta disolución ejemplifica el principio de la muerte, a saber, la separación, y alcanza su expresión extrema en la separación de Dios (Gn. 3.23s). A causa del pecado la muerte provoca temor y terror en el hombre (Lc. 12.5; He. 2.15)

5. La imputación del pecado

a. En Adán toda la humanidad es pecadora

El primer pecado de Adán tuvo un significado único para toda la raza humana (Ro. 5.12, 14–19; 1 Co. 15.22). Aquí se hace hincapié en forma sostenida en la sola y única transgresión de un solo hombre como aquello por lo cual el pecado, la condenación, y la muerte recayeron sobre toda la humanidad. Se identifica al pecado como "la transgresión de Adán", "la transgresión del uno", "una transgresión", "la desobediencia de uno", y no puede haber duda de que aquí se hace referencia a la primera transgresión de Adán. En consecuencia, la cláusula "por cuanto todos pecaron" en Ro. 5.12 se refiere al pecado de todos en el pecado de Adán.

No puede referirse a los pecados que cometen todos los hombres, y mucho menos a la depravación hereditaria que aflige a todos, porque en el vv. 12 la cláusula en cuestión dice claramente por qué "la muerte pasó a todos los hombres", y en los versículos siguientes se expresa que "la transgresión de uno solo" (v. 17) es la causa del reinado universal de la muerte. Si no se refiriese al mismo pecado, Pablo estaría afirmando dos cosas diferentes con referencia al mismo asunto en el mismo contexto. La única explicación en cuanto a las dos formas de expresión es que todos pecaron en el pecado de Adán. Podemos hacer la misma inferencia sobre la base de 1 Co. 15.22, "en Adán todos mueren". Si todos mueren en Adán, la razón es que todos pecaron en él.

Según la Escritura, el tipo de solidaridad con Adán que explica la participación de todos en el pecado de Adán, es el tipo de solidaridad que Cristo mantiene con aquellos que están unidos a él. El paralelo en Ro. 5.12–19; 1 Co. 15.22, 45–49 entre Adán y Cristo indica el mismo tipo de relación en ambos casos, y no tenemos necesidad de postular nada más definitivo en el caso de Adán y la raza que lo que encontramos en el caso de Cristo y los suyos. En este último caso se trata de una cabeza representativa, y esto es todo lo que hace falta para afirmar la solidaridad de todos en el pecado de Adán. Decir que el pecado de Adán se imputa a todos es decir que todos estuvieron involucrados en su pecado, en razón de ser él la cabeza representativa.

Aunque la imputación del pecado de Adán fue inmediata, como se puede comprobar por el testimonio de los pasajes pertinentes, el juicio de condenación que recayó sobre Adán, y en consecuencia sobre todos los hombres en él, se considera confirmado, en la Escritura, en cuanto a su justicia y corrección, por la experiencia moral subsiguiente de cada hombre. De ese modo, queda ampliamente corroborado Ro. 3.23, que "todos pecaron", por referencia a los pecados específicos y visibles de judíos y gentiles (Ro. 1.18–3.8), antes de que Pablo haga referencia alguna a la imputación en Adán. De manera similar la Escritura relaciona universalmente el juicio final del hombre ante Dios con sus "obras", que no alcanzan a cumplir las exigencias divinas (cf. Mt. 7.21–27; 13.41; 25.31–46; Lc. 3.9; Ro. 2.5–10; Ap. 20.11–14).

El rechazo de esta doctrina no sólo indica incapacidad de aceptar el testimonio de los pasajes pertinentes, sino también incapacidad de apreciar la estrecha relación que existe entre el principio que gobierna nuestra relación con Adán, y el que gobierna la operación de Dios en la salvación. El paralelo entre Adán como primer hombre y Cristo como último Adán muestra que la realización de la salvación en Cristo está basada en el mismo principio operativo que aquel por medio del cual nos convertimos en pecadores y herederos de la muerte. La historia de la humanidad queda finalmente resumida bajo dos complejos: pecado-condenación-muerte y justicia-justificación-vida. El primero surge de nuestra unión con Adán; el segundo proviene de nuestra unión con Cristo. Estas son las dos órbitas en las que vivimos y nos movemos. El gobierno de los hombres por parte de Dios se lleva a cabo

Por lo expuesto, es conveniente tener presente esta realidad espiritual con sus afecciones morales, pues ante tal situación, la Doctrina de la Salvación se erige como la acción de Dios en pleno amor y misericordia con los perdidos.

6. La depravación

El pecado nunca consiste simplemente en un acto voluntario de transgresión. Toda volición surge de algo que tiene raíces más profundas que la volición misma. Un acto pecaminoso es la expresión de un corazón pecaminoso (cf. Mr. 7.20–23; Pr. 4.23; 23.7). El pecado siempre ha de incluir, por lo tanto, la perversidad del corazón, la mente, la disposición, y la voluntad.

En consecuencia, la imputación del pecado de Adán a la posteridad debe comprender la participación en la perversidad, aparte de lo cual carecería de sentido el pecado de Adán, y su imputación se convertiría en una abstracción imposible. Pablo expresa que "por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores" (Ro. 5.19).

La depravación que supone el pecado, y con la cual todos los hombres llegan al mundo, es por esta razón consecuencia directa de nuestra solidaridad con Adán en su pecado "he aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre" (Sal. 51.5)

El testimonio de la Escritura con respecto a la capacidad de penetración de dicha depravación es explícito. Gn. 6.5; 8.21 presenta un caso cerrado. El mal ha permanecido aun el hombre antes y después del diluvio (cf. Jer. 17.9–10; Ro. 3.10–18),

Nada menos que un juicio de depravación total es la clara inferencia de estos pasajes, e. d. que no hay área o aspecto de la vida humana que quede absuelta de los sombríos efectos de la condición del hombre caído, y en consecuencia, no hay área que pudiera servir de base para la justificación del hombre por sí mismo frente a Dios y su ley.

La depravación total (total, es decir, en el sentido de que engloba todo) no es incompatible con el ejercicio de las virtudes naturales y la promoción de la justicia civil. El hombre no regenerado todavía está dotado de conciencia, y la obra de la ley está escrita en su corazón, de modo que en alguna medida, y en ciertos puntos, cumple sus requerimientos (Ro. 2.14s).

7. La inhabilidad

La inhabilidad se refiere a la incapacidad que proviene de la naturaleza de la depravación. Si la depravación es total, e. d. que afecta todos los aspectos y las áreas de la persona, entonces la inhabilidad para lo que es bueno y agradable a Dios también es inclusiva en su referencia.

No podemos cambiar nuestro carácter o actuar en contra de él. En lo que se refiere a comprensión, el hombre natural no puede conocer las cosas del Espíritu de Dios, debido a que se disciernen espiritualmente (1 Co. 2.14). Con respecto a la obediencia a la ley de Dios, no sólo no está sujeto a la ley de Dios, sino que no puede estarlo (Ro. 8.7). Los que están en la carne no pueden agradar a Dios (Ro. 8.8). El mal árbol no puede dar buen fruto (Mt. 7.18). En cada caso la imposibilidad es innegable. Es nuestro Señor mismo quien afirma que es imposible tener fe en él aparte del don del Padre y su llamamiento (Jn. 6.44s, 65). Este testimonio del Señor concuerda con su insistencia en que aparte del nacimiento sobrenatural de agua y del Espíritu nadie puede adquirir una apreciación inteligente del reino de Dios, ni entrar en él (Jn. 3.3, 5s, 8; cf. Jn. 1.13; 1 Jn. 2.29; 3.9; 4.7; 5.1, 4, 18).

8. Responsabilidad

Como el pecado es contra él, Dios no puede pasarlo por alto o ser indiferente con respecto al mismo. Dios reacciona inevitablemente contra él. Esta reacción es, específicamente, su ira. La frecuencia con que la Escritura menciona la ira de Dios nos obliga a considerar su realidad y su significado.

El AT emplea diversos términos. En heb., am también es característico, y expresa la idea de indignación (cf. Sal. 38.3; 69.24; 78.49; Is. 10.5; Ez. 22.31; Nah. 1.6). Es evidente que el AT está lleno de referencias a la ira de Dios.

Los términos gr. son orgeµ y thymos, el primero frecuentemente con referencia a Dios en el NT (cf. Jn. 3.36; Ro. 1.18; 2.5, 8; 3.5; 5.9; 9.22; Ef. 2.3; 5.6; 1 Ts. 1.10; He. 3.11; Ap. 6.17), y el último menos frecuentemente (cf. Ro. 2.8; Ap. 14.10, 19; 16.1, 19; 19.15; véase zeµlos en He. 10.27).

La ira de Dios no es una acción de pasión antojadiza humana, no es una venganza sino una santa indignación, puesto que en su justo juicio no hay malicia mas bien una justa detestación, `por ultimo no debemos limitar la ira de Dios a su voluntad de castigar. La ira es una manifestación positiva de su insatisfacción, tan segura como lo es su complacencia ante lo que le agrada. No debemos privar a Dios lo que nosotros llamamos emoción. La ira de Dios tiene su paralelo en el corazón humano, ejemplificado de manera perfecta en Jesús (cf. Mr. 3.5; 10.14).

La consecuencia de la culpabilidad del pecado es, por lo tanto, la santa ira de Dios. Como el pecado nunca es impersonal, sino que existe en las personas, y es cometido por ellas, la ira Kde Dios consiste en el desagrado que recae sobre ellas; nosotros somos objeto de ella. El sentimiento de culpa y el tormento de la conciencia son reflejo, en nuestro nivel consciente, del desagrado de Dios. La esencia de la perdición final consistirá en la aplicación de la indignación de Dios (cf. Is. 30.33; 66.24; Dn. 12.2; Mr. 9.43, 45, 48).

LA MISIÓN SOTERIOLOGICA DE DIOS EN EL MUNDO

Lección 2

Esta iniciativa de salvación se ha expresado a través de un plan puesto en marcha en la eternidad, plan de misión redentora a favor del hombre caído. Misión de amor que se ha dado a conocer en este mundo por medio de la obra redentora en Cristo Jesús. Uno de los versos que nos revela la magnitud y esplendor de esta misión ágape es Juan 3:16 el mismo que es comentado en la liturgia Anglicana como un "evangelio en miniatura" puesto que este verso es una interpretación precisa y maravillosa de la misión y mensaje de nuestro Señor.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna"

Su equivalente en el idioma griego:

ou{tw" ga;r hjgavphsen oJ qeo;" to;n kovsmon, w{ste to;n uiJo;n to;n monogenh` e[dwken, i{na pa`" oJ pisteuvwn eij" aujto;n mh; ajpovlhtai ajllÆ e[ch/ zwh;n aijwvnion.

Exegesis Juan 3:16

a. Porque de tal manera amó Dios al mundo" lit. "así demostró Dios su amor":

ga;r: El uso de la conjunción gar esta muy al estilo de Juan para introducir sus comentarios (2:25; 4:8; 5:13 etc.)

hjgavphsen, es un aor. En voz activa. Sing. en 3ª persona de agapao. Ama.. Denotando un acto que demuestra o expresa amor, El aoristo amó implica la idea de un acto supremo y único de amor; el objetivo del amor divino en este pasaje es el mundo. La palabra denota benevolencia inconquistable y buena voluntad invencible.

Este mismo termino agapao, se emplea también del amor de los hombres para con los hombres (Jn. 13:34), el amor a este mundo incluye a la totalidad de la raza humana.

b. "que ha dado a su Hijo unigénito lit. "llegando a dar a su unigénito hijo"; Hendriksen[2] traduce literalmente" "que a su hijo, el unigénito, dio"

w{ste. La cláusula adverbio indicativo, tiene el sentido, de tal suerte... que, de modo... que, aparece en el griego clásico solo cuando indica una acción con resultados inmediatos, del presente.

e[dwken, entrego, ha dado, dar , este término tienen un sentido expiatorio y sacrificial mas explicito que "envío" y sirve para acentuar el amor (Gn. 22:2; Hb. 11:17; Mt. 21:33-46¸Mr. 12:1-12; Lc. 20:1-19) Entregar es mas que enviar como legado, con misión autentica, y más que encarnar. La encarnación y la misión quedan aquí orientadas hacia la redención.

to;n uiJo;n to;n monogenh e[dwkenv, Este termino no se aplica a su encarnación, sino a su estado eterno, a su condición de ser singular.

Dios no ha dejado a la humanidad desamparada, su amor trasciende lo humano de tal forma que dio a su hijo Unigénito, no solo en la encarnación, sino también en la muerte y en la resurrección.

c. No se pierda, mas tenga vida eterna

Ajpovlhtai, 3ª persona sing., aor. Subjuntivo, voz media de apollumi. Perder o destruir, esta cláusula no significa solamente: no pierda la existencia física; ni tampoco quiere decir: no sea aniquilado. Como indica el contexto (vr. 17), la perdición de que habla este versículo se refiere a la condenación divina, completa y eterna, de forma que el condenado queda expulsado de la presencia del Dios de amor y mora en la presencia de un Dios de ira. Recordemos que perderse es el antónimo de salvarse.

Mas tenga vida eterna: Esta es la vida que pertenece al futuro, al reino de la gloria, pasa a ser posesión del creyente aquí y ahora; es decir, en principio.

La cláusula pa`" oJ pisteuvwn eij" aujto;n mh;, es una peculiar composición idimatica con el significado de: ninguno de los que creen se perderá.

d. Características del amor salvador de Dios





Autor:

Objetivo: El Mundo (raza humana).

Medio: Su Hijo (La gracia es la entrega del hijo motivada por un propósito)

Propósito: Salvación.

1. El orden de la Salvación

Esta orden de salvación tiene dos estados bien definidos: La Ley y la Gracia, sin embargo es bueno anotar que se llama "orden de salvación" al proceso por el que la salvación se aplica o administra a las personas que son salvas, este orden nace o surge en Dios, pues él es quien determina el decreto, el medio del rescate (la cruz), Dios suministra el ES. la fe justificante, el arrepentimiento transformante y la perseverancia del creyente, mientras que el hombre incapaz de aportar por si mismo ninguna contribución, se limita a extender la mano de la fe y recibir el don de Cristo que es salvación y vida eterna

1.1 La Ley

La Ley[3] tenia una misión:

1.1.1 Poner un alto a la corrupción del corazón humano (Rom. 7:7)

1.1.2 Manifestar la voluntad divina para con su pueblo en el orden moral (Ex. 19; 20:24)

1.1.3 Servir de ayo o paidagogos[4]. Gal. 3.24-25, dice que la ley era nuestro ayo para llevarnos a Cristo..., ya no estamos bajo el paidagogos mas venida la fe ya no estamos bajo el paidagogos (VP. Dice: "la ley se hizo cargo de nosotros, como si fuéramos niños"). Cuando el apóstol Pablo hablaba de que la ley era nuestro ayo (paidagogos) para llevarnos a Cristo, en la misma frase, afirmaba que la ley era inadecuada e insatisfactoria, llamada a terminar.

Esta es otra forma de decir que Cristo es el fin de la ley (Rom. 10:4).

1.1.4 Esta misma ley es la que convence de pecado (Rom. 3:20)

1.1.5 Exacerba el sentido del pecado, por la conocida reacción Psicológica que nos incita a hacer lo que se nos prohíbe taxativamente (Rom. 7:7-21).

1.1.6 Muestra la necesidad del evangelio de gracia y del poder del Espíritu Santo superior a nuestras fuerzas, par cumplir la ley.

Jesús fue el único que cumplió lo que no pudo cumplir el hombre poniendo al amor, el espíritu de Cristo y el evangelio como el único medio para cumplir la ley, (Rom. 8:3-4; 13:8-10; 1Cor. 9:21; Gal. 5:14; 6:2)

AUTOR DESTE TRACTADO:

Ps. Arturo Benito San Borja

Lima Perú